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Al menos tres millones de chilenos se verían afectados por la presencia de arsénico en el agua

Esta situación también se repetiría en Argentina, Perú y Bolivia.

Foto: Ckelar

Cerca de tres millones de habitantes de Chile, Argentina, Perú y Bolivia podrían verse afectados por altas concentraciones de arsénico en el agua, según un estudio realizado por Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico.

La investigación, que aborda que el Altiplano-Puna, ubicado a más de 3800 m s.n.m. en el noreste de Chile, noroeste de Argentina, suroeste de Perú y sureste de Bolivia, se desarrolla en el marco del proyecto IGCP  707, que busca entender el origen del arsénico, su geoquímica, movilidad y distribución junto con los efectos en las comunidades locales y la biodiversidad.

En esta zona extrema, la cual tiene la mayor elevación morfológica en Sudamérica y la segunda en el mundo después del Tíbet, las aguas son de régimen endorreico, lo que quiere decir que no están conectadas con el océano, más bien, convergen en grandes lagos y salares.

“En esta zona altiplánica existe gran escasez de recursos hídricos y la mayoría de las comunidades que habitan en la zona consumen aguas sin tratamiento. Estas aguas superan altamente la concentración de arsénico recomendado por la OMS”, dice la doctora Joseline Tapia encargada de la investigación. Todo esto es potenciado en Chile por la actividad minera de la zona.

Lo anterior, considerando que por la actividad volcánica de la zona, que naturalmente es rica en arsénico, todas las aguas contienen altas concentraciones de este elemento, llegando a más de 10 mil μg/l, lo que supera el límite de lo recomendado.

Por otro lado, a través de muestras de orina y sangre se ha identificado que comunidades originarias de la puna argentina y del altiplano boliviano tienen concentraciones de arsénico (que podrían considerarse tóxicas), pero desarrollaron el “gen ASM3T”, lo que les permitiría deshacerse del arsénico de forma más efectiva que una persona que no está acostumbrada.

“Esto es una adaptación que tienen algunas comunidades del Altiplano-Puna, pero para alguien que no está adaptado, este consumo crónico de arsénico en el agua potable podría ser perjudicial para la salud. Algo muy similar a lo que sucedió en Antofagasta a partir de los años 50. Los antofagastinos desde 1958 hasta 1970 consumieron arsénico disuelto, provocando altos índices de cáncer en la población, incluso 40 años después de la exposición”, asegura la experta.

Esta investigación fue desarrollada por la directora del Doctorado en Ciencias mención Geología de la UCN, Joseline Tapia, junto a un grupo de expertos multidisciplinarios de Bolivia y Argentina y fue publicada en la revista internacional de geociencias Episodes. CHH