Viajar implica conocer nuevos lugares y también nuevas comidas. En ese recorrido, la comida callejera segura aparece como una opción atractiva, rápida y económica, pero no siempre libre de riesgos.
Elegir mal un puesto puede derivar en intoxicaciones alimentarias y problemas gastrointestinales que terminan por arruinar las vacaciones.
El riesgo no es menor. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una de cada diez personas en el mundo se enferma cada año por consumir alimentos contaminados, y cerca de 420 mil mueren por enfermedades transmitidas por la comida. Por eso, especialistas en viajes y seguridad alimentaria entregan recomendaciones simples para disfrutar sin contratiempos.
Seguir a quienes conocen el lugar:
Una buena forma de reducir riesgos es observar a los locales. Puestos concurridos suelen indicar rotación constante de alimentos y preparaciones recientes. Otra alternativa es optar por recorridos gastronómicos guiados, que suelen moverse en espacios regulados y con fiscalización municipal, lo que entrega mayor tranquilidad al visitante.
Atención a las señales de alerta:
La higiene es clave. Manipular dinero y comida al mismo tiempo, utensilios lavados en agua sucia o estaciones de cocina desordenadas son advertencias claras. También importa el método de cocción: parrillas, frituras profundas y hervidos son más seguros, ya que alcanzan altas temperaturas que eliminan bacterias. En cambio, salsas expuestas o alimentos preparados con horas de anticipación elevan el riesgo.
Cuidado con el agua y los crudos:
El agua puede ser un factor crítico. Se recomienda evitar hielo o jugos preparados con agua de la llave y preferir frutas con cáscara, peladas al momento. Las verduras crudas también requieren precaución, especialmente en países con regulaciones sanitarias menos estrictas.
Tomar estas medidas no garantiza una experiencia perfecta, pero sí aumenta las probabilidades de disfrutar una comida callejera segura sin sorpresas desagradables.



