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«El micro me pasó a 120 kilómetros por hora» el conmovedor relato de un médico que salvó 7 vidas en la tragedia

Entrevista en profundidad de un médico argentino que salvó a 3 niños y 4 adultos en la tragedia de Mendoza.

Foto: www.mdzol.com

Mario Salassa, especialista en neurología cerebro-vascular y que ha dedicado gran parte de su carrera al servicio de emergencia y urgencias de diversos hospitales, fue parte de la intrahistoria de la tragedia en la que 19 personas perdieron la vida luego que un Turbus volcara en Horcones, Mendoza, cuando iba camino a Santiago. Pero su ayuda fue provincial en el rescate de algunos de los heridos, de hecho afirma que salvó 7 vidas gracias a sus conocimientos médicos.

Salassa iba junto a su familia aquella fatídica madrugada con destino a Las Cuevas donde dormiría junto a su esposa y dos hijas. Ya al otro día tomarían destino a ver a un familiar a una carrera pedestre del Aconcagua.«Soy deportista, la idea era ir a ver a mi primo, a quien estoy acompañando en esto. La intención era dormir en Las Cuevas con mi familia» contó al medio MDZ Online.

A minutos de llegar a la curva de El Yeso, el lugar del accidente,  su esposa le insistía en que tomara resguardos y bajara la velocidad  «reducimos la velocidad a unos 80 kilómetros por hora. El dato es importante porque, fue en ese momento, cuando nos empezaron a pasar los ómnibus y no uno solo, sino muchos. Todos venían entre 120 y 140 kilómetros por hora«, comentó el médico al medio trasandino, quien además fue sobrepasado por el Turbus que más adelante encontraría volcado.

Aseguró al medio mendocino «En eso, hacemos la curva de El Yeso y ahí nos encontramos con una polvareda tremenda, luces en posición extraña, balizas por todos lados, porque ya había otros vehículos parados, e intuitivamente nos detuvimos y alumbramos, mi familia se quedó en vehículo y yo me bajé de inmediato». «La pericia individual mía… fue muy loca», comenta cuando recuerda aquella madrugada del sábado 18 de febrero.

Cuando bajó de su automovil comenta que «un paciente me venía pidiendo auxilio pero como lo vi que venía gritando ‘me muero, me muero, ayúdenme’, y a partir de mi experiencia, me di cuenta que el hombre no estaba mal, así que lo ignoré y le dije ‘usted, está bien, quédese ahí’. Luego, y después de hacer un paneo ‘a vuelo de pájaro’, me dirigí al foco principal del accidente, al micro. La prioridad era sacar la gente del micro porque no sabía si podía prenderse fuego o seguir cayendo por el precipicio. En eso, me crucé con el chofer (quien hoy está detenido). Estaba bien, sólo se le veía la corbata corrida y un rasguño en la cara. Al ingresar al colectivo, me impresionó ver que los asientos estaban absolutamente sanos. Dato no menor porque si los pasajeros hubieran llevado los cinturones de seguridad puestos se habrían salvado. Encontré los restos de ocho cuerpos. Todos hacia la izquierda, hechos un nudo. Algunos con un resto de vida pero sin posibilidad. Mi objetivo era sacar a la gente que estaba bien. Un rescatista le tiene que dar prioridad a la gente que se encuentra mejor y no al más grave, porque de este modo puede salvar más vidas».  concluyó.

En respuesta al periodista argentino, que le pregunta ¿cuantas personas salvó? dijo:

Saqué a dos. Un hombre, al que luego le tuvieron que amputar el brazo; y una mujer, que no se quería ir del micro porque estaba tratando de reanimar a un pariente. A esa mujer le dije que su pariente había muerto y cuando pudo reaccionar, la bajé del micro. Luego, al salir del micro y luego de terminar de hacer un paneo general, me encontré en la cola del colectivo la escena de un padre, un hombre obeso de unos 40 años, prácticamente desnudo, con un short, rodeado de tres niños, que no tenía ninguna posibilidad de seguir con vida. Por su parte, los niños estaban ensangrentados, llorando y sentaditos. Ahí, se me acabaron las preguntas y entendí que los pacientes más salvables y rescatables eran ellos. Así que los fui llevando de a uno a mi auto. En eso, apareció el padre de uno de los niños.

¿Se dirigió, entonces, con los dos niños al Hospital de Uspallata?

-Salí con la idea de ir a Uspallata pero en el camino uno de los niños lloraba a los gritos, lo que fue un signo de que estaba bien; mientras que el otro no lloraba por lo que detuve la marcha y advertí que estaba inconsciente, lo cual le daba una situación de extrema gravedad a la situación, no daba tiempo de llegar a ningún lado. En eso, recordé que la Compañía de Cazadores, que está a escasos metros de la zona donde ocurrió el siniestro, podía contar con un equipo de asistencia básico. Así que entré con los dos niños y me siguieron el papá con el otro niño, una mujer y más tarde llegó el que decía que se moría, quien tenía una fractura expuesta y también pudimos atenderlo al final de todos. En total, atendimos a unas siete personas, las que habría muerto si no hubieran recibido esa atención.

¿Qué significa para usted haber podido salvar a estas personas?

Para un médico que se ha preparado tantos años, ha hecho tantas especializaciones, horas de estudio y sacrificio, ver que todo ese sacrificio tiene un rédito obviamente es importante. Sin embargo, he hecho muchas guardias y hay una cosa que no me siento y es héroe porque un héroe es alguien que sin tener conocimiento, formación y experiencia hace un acto heroico. En este caso, no he hecho otra cosa que lo que hice durante muchos años en una guardia de un hospital. Es más, todos los médicos que están en cualquier guardia hacen esto todos los días. El médico se abstrae de su familia, olvida sus deudas, ambiciones y proyectos. Cuando está de guardia las 24 horas, solo está pensando en la gente que lo necesita y dedicado a eso. Nuestra principal paga no es monetaria; la principal satisfacción que tiene un médico es saber que le ha cambiado el destino a muchas personas indefensas y mientras más suceda eso, más satisfacción siente.

 

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