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Miles de crías de pingüino mueren en la Antártida a causa del cambio climático

Los 40.000 pingüinos que residen en la Isla Petrel sufrieron un catastrófico periodo de reproducción debido a que sólo sobrevivieron dos crías en todo el proceso.

Las Islas Georgias del Sur, un archipiélago perdido en en fin del mundo, parece un lugar perfecto para que una colonia de 40.000 pingüinos viva en plenitud. Pero las noticias que se reportan desde el atlántico no son nada alentadoras. Greenpeace informó que la nidada de estos ejemplares sufrieron una masiva muerte provocando que solamente dos crías sobrevivieran al proceso de reproducción de la especie.

Científicos franceses fueron los primeros en descubrir esta triste postal al momento de llegar a la Isla Petrels. En ese pequeño roquerío de no más de un kilómetro de largo comprobaron las miles de crías muertas y no nacidas en una zona conocida como la «tierra de adelaida».

Las primeras explicaciones que han dado los expertos son atribuibles al cambio en el ecosistema de los pingüinos. La presencia histórica de hielo significó entonces un problema extra para los ejemplares que buscaban alimentos para la crías. Por su parte, la lluvia sumó otra complicación debida a la poca impermeabilidad e incapacidad de las crías para mantener calor.

De acuerdo al análisis de varios científicos, es probable que la zona siga siendo afectada por situaciones anormales como las que se han vivido en estos dos eventos de muertes masivas de pingüinos. ¿Las razones? Posibles efectos del cambio climático y la acción del hombre, a través de amenazas como la extensión de las áreas de pesca y el aumento del turismo.

“Es la segunda vez que se comprueba una mortandad de este tipo en los últimos 50 años y por eso es que diversas organizaciones medioambientales estamos reclamado una acción urgente para declarar la zona como un área marina protegida ante los evidentes impactos que está causando el cambio climático y el accionar del hombre, especialmente a través de la pesca y el aumento del turismo”, explicó Estefanía González, coordinadora de Océanos de Greenpeace.

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