La tensión en Medio Oriente no da tregua. Este lunes 16 de junio, Israel bombardeó la sede de la Radiodifusión de la República Islámica de Irán (IRIB), ubicada en Teherán, en plena transmisión en vivo. El ataque forma parte de una serie de ofensivas estratégicas que han marcado una escalada en el conflicto entre ambos países, desde que estallara oficialmente el pasado jueves 12 de junio, con un ataque preventivo de Israel que desató una contundente respuesta iraní.
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Ataques buscan frenar programa nuclear iraní
Israel ha justificado sus acciones asegurando que Irán está a punto de desarrollar una bomba nuclear, algo que el primer ministro Benjamín Netanyahu calificó como una amenaza directa a la “supervivencia” de los ciudadanos. Según dichos del gobierno israelí, los recientes ataques buscaban neutralizar objetivos estratégicos y autoridades clave en el programa nuclear iraní, en un intento por frenar definitivamente sus avances tecnológicos.
Por su parte, Teherán insiste en que su programa tiene fines pacíficos, y ha tildado los bombardeos israelíes de “imprudentes”, advirtiendo del riesgo de una catástrofe nuclear regional. En medio de esta escalada, varios países han reaccionado, directa o indirectamente, a la creciente tensión.
Uno de los más llamativos ha sido Estados Unidos. Cuando comenzaron los bombardeos, el Secretario de Estado de la Casa Blanca, Marco Rubio, afirmó que el país norteamericano no participó en los ataques contra Irán.
Sin embargo, fue el presidente Donald Trump quien acaparó la atención internacional con un mensaje publicado en su plataforma Truth Social, en el marco de la Cumbre del G7 en Canadá, donde señaló que “Irán debería haber firmado el acuerdo que les pedí. ¡Todos deberían evacuar Teherán de inmediato!”
El comentario ha sido interpretado como un serio llamado de advertencia, que no solo pone en duda las negociaciones nucleares iniciadas durante su administración, sino que también incrementa la tensión internacional, especialmente considerando que las conversaciones estaban congeladas y bajo constante presión.
El conflicto entre Israel e Irán, que ya se ha cobrado víctimas civiles y ha comprometido infraestructura crítica, sigue escalando con la participación indirecta de actores globales, mientras el mundo observa con preocupación la posibilidad de un enfrentamiento de consecuencias imprevisibles en la región.
