ENTREVISTAS

“No gané yo, ganó la unidocencia”: la historia del profesor chileno que hoy está entre los 50 mejores del mundo

Patricio Vilches

Foto: cedida a Chicureo Hoy

Patricio Vilches enseña en una sala multigrado del mundo rural y hoy su trabajo fue reconocido por el Global Teacher Prize.

En una escuela pequeña, rodeada de cerros y caminos de tierra, donde el silencio del campo marca el ritmo de las jornadas, Patricio Vilches enseña mucho más que matemáticas o lenguaje. Allí, en la Escuela Básica Multigrado G-47 “El Guayacán”, en la comuna de Cabildo, este profesor unidocente ha construido, con paciencia y convicción, una forma de educar que hoy cruza fronteras y lo posiciona entre los 50 mejores profesores del mundo del Global Teacher Prize, conocido también como el Premio Nobel de la Educación.

La historia de Vilches no está marcada por la comodidad ni por los caminos fáciles. Es el único docente de su escuela y trabaja diariamente con nueve estudiantes, desde primero a sexto básico, todos juntos en una misma sala. No existen cursos separados ni programas especiales para este tipo de enseñanza. En Chile, la educación multigrado no cuenta con un modelo formal y cada profesor debe encontrar sus propias respuestas.

“Los primeros años fueron difíciles por la poca expertise, por querer luchar contra un sistema, ahora estoy más viejo también, entiendo mejor las cosas, así que ya dejé de pelear contra esta muralla gigante y busco las mejores soluciones”, relató a Chicureo Hoy.

Ser profesor unidocente implica mucho más que hacer clases. Además de enseñar, Patricio Vilches es director, encargado administrativo, orientador, inspector y vínculo directo con las familias. Una carga que, reconoce, lo sobrepasó en un comienzo. “Los dos o tres primeros años fueron un desastre”, admite con honestidad. Fue después de la pandemia cuando logró ordenar su trabajo y crear su propio sistema pedagógico.

Ese sistema, explica, se basa en agrupar cursos y priorizar contenidos esenciales. Primero y segundo básico conforman un grupo; tercero y cuarto, otro; quinto y sexto, un tercero. Así, reduce la carga académica sin perder profundidad, avanzando y retrocediendo contenidos según las necesidades de cada niño. “No existe un modelo para esto. Cada profesor hace lo que puede”, señala.

La visibilidad de su trabajo no fue algo planificado. Surgió tras asistir a un seminario donde compartió su experiencia y descubrió que muchos colegas desconocían por completo la existencia de escuelas unidocentes. “Nadie sabía que existían. Era como venir de otro planeta”, recuerda.

Fue allí donde un joven psicólogo le sugirió documentar su día a día. Al principio dudó, pero finalmente decidió abrir una cuenta en TikTok y luego en Instagram. Sin estrategias ni guiones, comenzó a mostrar su vida cotidiana como profesor rural. “No tiene más pretensión que eso: un profesor mostrando su vida de profe de campo”, explica.

Esa decisión generó un efecto inesperado. Su relato, divertido, cercano y honesto, comenzó a viralizarse, transformándose en una vitrina para una realidad educativa históricamente invisibilizada. Lo que partió como una bitácora personal terminó convirtiéndose en una comunidad que hoy lo sigue desde distintos países.

Este año, Patricio Vilches decidió postular personalmente al Global Teacher Prize Mundial. No era la primera vez que lo intentaba. En 2024 había sido ganador del Global Teacher Prize Chile, y su postulación internacional fue gestionada por terceros. Esta vez, quiso hacerlo él mismo. “Este año tenía más que contar”, explica.

Su trabajo en terreno, las redes creadas, el impacto político y social de su visibilización, y el vínculo con fundaciones y comunidades educativas le dieron mayor peso a su candidatura. Sabía que las posibilidades eran mínimas: más de 5.000 profesores de 139 países postularon este año. “Aun así, dije: lo voy a intentar”, recuerda.

La llamada llegó un miércoles. Desde la Fundación Varkey le informaron que estaba dentro del Top 50 mundial, con una condición clara: no podía hacerlo público hasta el anuncio oficial. “Solo se lo conté a mi familia”, dice.

El lunes siguiente, el reconocimiento fue anunciado a nivel global. Para Vilches, sin embargo, el logro no es personal.  “No soy yo el que gana. Gana la unidocencia. Esto es un triunfo para toda la ruralidad”, afirma.

A su juicio, el reconocimiento representa a 492 profesores unidocentes que trabajan en condiciones similares en los lugares más apartados del país. Docentes que, pese a la precariedad, desarrollan prácticas innovadoras y sostienen comunidades educativas completas.

La comunidad es, precisamente, uno de los pilares de su trabajo. La escuela de El Guayacán no es solo un espacio de aprendizaje, sino un punto de encuentro intergeneracional. Padres, abuelos y bisabuelos pasaron por la misma sala.

“Hoy la comunidad está completamente comprometida con la escuela. Yo creo que después de “ El Profe Solito” y todo este boom que hubo, después de los premios, la comunidad despertó también, pero no por mí. Se dieron cuenta que el campo es valioso, se dieron cuenta que la escuela es bacán, que hay que defenderla. Entonces, al final, a todos les surgió ese sentido de pertenencia que tal vez tenían dormido”, señala.

Más allá de los premios, Patricio Vilches tiene claro cuál quiere que sea su legado. No se trata solo de contenidos académicos, sino de ampliar la mirada de sus estudiantes.

“El profesor que le amplió la visión a todos, a los niños, a los funcionarios de la escuela, a los papás, a la familia en general (…) acá la mayor parte de la gente trabaja en criar animales, son crianceros. Entonces, muchos de mis niños tienen la idea de seguir siendo crianceros y que está bien, pero también yo tengo que mostrarles otro mundo”, explica emocionado.

Salidas pedagógicas, visitas, charlas y experiencias nuevas fueron despertando en los niños una curiosidad que, según él, es irreversible. “Cuando a un niño se le enciende esa curiosidad, ya no hay quien lo pare”.

Ese espíritu se resume en la frase de Eduardo Galeano que guía el trabajo de la escuela: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

Vilches cree que ese cambio ya comenzó. Sus estudiantes entienden que forman parte de algo más grande, que su escuela importa y que ellos también pueden soñar en grande. “Ellos sienten que algo distinto está pasando, y saben que es bueno”, dice.

El Global Teacher Prize, organizado por la Fundación Varkey en colaboración con la UNESCO, busca reconocer a docentes que generan un impacto real en sus comunidades. Cada año, miles de profesores de todo el mundo postulan, conociéndose el ganador final en marzo de 2026..

Mientras tanto, Patricio Vilches continúa haciendo lo mismo de siempre: entrar a su sala de clases, saludar a sus estudiantes y enseñar, convencido de que la educación, cuando se ejerce con compromiso y humanidad, puede transformar vidas.

CHH