Durante décadas, China se basó en la política del hijo único, donde muchos padres eran multados si tenían un segundo hijo. La iniciativa rindió frutos y ahora el país enfrenta un envejecimiento sostenido de su población, que se vería imposibilitada para sostener la segunda economía más grande del mundo.
Por esta razón se evalúa un incentivo financiero para estimular el aumento de la natalidad, tal como se implementó en Japón, Francia, España y Alemania, que presentan el mismo problema.
De aprobarse, supondría un cambio radical en las políticas que China mantenía hasta hace un año donde se multaba a aquellos que tenían dos o más hijos con algunas excepciones: si ambos padres eran hijos únicos se permitía el nacimiento de un segundo niño.
Según una encuesta realizada por un medio local de Beijing, se demostró que el 60% de las parejas chinas se muestran reacias a tener un segundo hijo dadas las limitaciones económicas del país. Además, es muy difícil encontrar a alguien que se haga cargo de los niños en horarios de trabajo y a un precio razonable.
Se calcula que uno de cada tres chinos será mayor de 60 años en 2050, una cifra que contrasta con la de uno de cada siete de ahora, todo un reto para el sistema de bienestar social de la nación.
La política del hijo único llevó a varios abortos selectivos y esterilizaciones forzosas por parte de las autoridades durante su apogeo.
