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Pilotos arriesgan sus licencias por aterrizar en el desierto florido

Los pilotos fueron notificados por del proceso por la Dirección General de Aeronáutica Civil.

Los 13 pilotos que las redes sociales mostraron aterrizando en pleno desierto florido este martes, ya fueron notificados del proceso que inició la DGAC (Dirección General de Aeronáutica Civil).

La instancia busca precisar en qué circunstancias el grupo realizó un aterrizaje no informado ni autorizado en el sector de Totoral, comuna de Caldera.

Esta situación generó un fuerte revuelo mediático y la interposición de denuncias ante el Juzgado de Policía Local de Caldera por contravenir la ordenanza que protege el desierto florido, e incluso ante la Fiscalía por daño patrimonial. Estas dos últimas las interpondrá la alcaldesa, Brunilda González, quien alertada por la radio local cuando se produjo el aterrizaje, concurrió al aeródromo de Caldera y se contactó con el director regional (s) de la DGAC para denunciar el hecho.

Por su parte, Ricardo Gutiérrez, secretario general de la DGAC, confirmó que se inició el proceso de investigación infraccional para determinar las circunstancias o posibles delitos que se pudieran haber cometido respecto del código aeronáutico, al aterrizar en un punto no autorizado en el plan de vuelo.

Según Gutiérrez este proceso debería tomar poco tiempo, y de acuerdo a su resultado las sanciones varían “y van a depender de las causas atenuantes o agravantes que se presenten durante la investigación. Sea como sea el caso, las sanciones están previstas en el código aeronáutico, en el artículos 185”.

Estas incluyen desde la amonestación escrita, multas de 5 a 500 ingresos mínimos mensuales, suspensión de la licencia por hasta tres años, o la cancelación definitiva de la misma. Todo dependerá de los cargos que formule la DGAC, luego de que los pilotos presenten sus descargos y se tengan todos los antecedentes y pruebas a la vista.

Por el momento, para la institución el aterrizaje en el desierto no estaba considerado en el plan de vuelo, que incluía la salida desde el aeródromo de Vallenar hasta el aeródromo de Caldera, sin aterrizajes intermedios.

 

¿Qué pasará con los pilotos? 

Para el abogado Tito Lorenzo Muñoz, quien representará al grupo de aviadores en el sumario que abrió la DGAC, la explicación es solo una: “Lo que pasó es que a uno de los aviones se le cortó una piola, declaró la emergencia por handy (walkie talkie) a sus compañeros, y como se vuela a muy poca altura, 500 pies, debió aterrizar de inmediato ya que no pueden planear a un lugar distinto. Desafortunadamente aterrizó en medio del desierto florido”.

El abogado confirmó que entre los pilotos está Eugenio Ponce Lerou (presidente del directorio de SQM y hermano de Julio Ponce), quien integra este círculo de amigos fanáticos de los aviones ultralivianos, y que cada año organizan viajes en grupo. Descartó, sin embargo, que tengan un nombre o se llamen Los Galácticos, así como cualquier tipo de picnic o asado sobre las flores.
“No estuvieron más de media hora, el tiempo suficiente para poner la piola y despegar de nuevo. Además estos aviones no soportan más peso que el del piloto, un saco de dormir, y tres kilos para un maletín. No podrían haber llevado una parrilla”, precisó Muñoz.

Consultado sobre por qué aterrizaron todos los aviones, si era solo uno el que sufrió el desperfecto, dijo que “hay otros dos aviones que llevan los repuestos y que aterrizaron de inmediato para ver qué había acontecido con la nave. Seguidamente se produjo la cohesión de grupo, ya que se siguen unos a otros visualmente para no perderse, y todos aterrizaron en ese lugar sin pensar en las consecuencias”, argumentó el abogado.

Mientras continúa la investigación, existe preocupación entre los ambientalistas por el daño generado a la floración, tras la erosión producida por las ruedas de las 13 avionetas sobre el terreno. “No solo es el daño estético por las flores aplastadas, sino el daño potencial que se produce en las semillas para la próxima floración. Creo que el desierto no está para nada resguardado, hay poca normativa que lo proteja y, más encima, no hay suficiente fiscalización para hacerla cumplir”, argumenta Nicolás Schneider, creador de la fundación educativa “Un Alto en el Desierto”.

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